Artificial o lámpara de niebla.
Dos poemarios
de Jacob Lorenzo
Jacob Lorenzo
La Señal
Universidad Popular
José Hierro (San Sebastián de los Reyes, Madrid) 2012
Por Ángel de la Torre
La poesía de Jacob Lorenzo (Cabra, 1982) siempre ha
sido una búsqueda. Ya desde sus dos primeros poemarios –Las
hojas del laberinto (espiral-poesía 2004) y Linterna de luciérnagas (bajo
cero 2005)– se podrían trazar
las huellas de lo que será un constante movimiento a través de lugares en los
que poder procurarse refugio de la intemperie a la que se ve sometido el
hombre. Por eso la poesía, y por eso la escritura.
I
La Espalda de Jano (Editorial Algaida, 2008) supuso un punto de
inflexión en su trayectoria como poeta, pero también en esa búsqueda en la que se
sabía inmerso. La intemperie era inevitable, como también lo era mantener la
marcha, dejar que escurriese la lluvia, enjugar el agua de los ojos y aglutinar,
finalmente, esas realidades en el poema. Este libro, con el que J. Lorenzo obtuvo
el XXVI Premio de Poesía "Ciudad de Badajoz”, se
planteaba como la oscilación entre dos realidades (Oriente/Occidente) de alguien
al que no se le permite dar la espalda a ninguna de ellas. Observador de la
dicotomía que acaba por convertirse en una fragua de ambas. En esta “lucha de
contrarios y finales abiertos al lector”, Jacob Lorenzo presenta tanto haikus
cuya puesta en escena beben de una larga tradición occidental, como endecasílabos
en los que florece el cerezo y se erige La Gran Muralla. Una puerta abierta a
lo que vendría después.
II
En 2012 un nuevo libro de J. Lorenzo aparece en las
librerías, La señal (Universidad Popular José Hierro, 2012, VIII Premio
Nacional de Poesía Joven Félix Grande), cuyo título, a priori, nos haría
pensar en un hallazgo resolutivo e iluminador para aquella tentativa de lugar
que persigue al poeta desde sus inicios. Sin embargo, más que hallar respuesta,
el poemario nos recibe con una pregunta. Más bien, una propuesta. El refugio no
nos circundaba, estaba en nosotros, aunque, no obstante, también lo esté la
intemperie.
El libro se divide en tres partes -Dentro, Aquí y Fuera-, y desde el
primer verso ya pone las cosas en su sitio: Un hombre es un lugar, no
está dentro ni fuera. Y concluye el poema: Un hombre es un lugar, una
señal / del horizonte.
Basta con escrutar la tierra para que se levante
polvo y nos golpeé en la cara. El hombre, el poeta, todo él, se configura como
un lenguaje que descifrar, (esta manía de marcharse rápido / a sabiendas que
a donde vas / es a ti mismo.) y la poesía el único túnel –ya abierto
previamente, o jamás cerrado- que el poeta puede usar para moverse dentro de
sí.
La segunda parte, Aquí, que contiene, en mi
opinión, los poemas más brillantes y significativos del libro, se configura como
una interrupción a la marcha en la que contemplar más detenidamente lo que
hasta ahora había sido su travesía. Las imágenes son ahora el elemento
revelador. Oriente, tan expresivamente descrito como un aquí, una afuera
en la que cobijarse, impregna la realidad: El aire mece / el columpio
vació. / Yo soy el niño.
El poeta estaba disponiendo al lector para el
hallazgo. La tercera parte, Fuera, culmina el camino al que el poeta nos
quería conducir con las dos primeras secciones. El amor como vía de escape. El
amor, sin espacio ni tiempo, gravitando sobre el poema, entre tradiciones
remotas y armonizadas, como huida y al mismo tiempo permanencia: Amar es el
comienzo del retorno, / volver del interior al interior, / al lugar del que
nunca te has marchado.
Dos poemas y un haiku:
De profundis
Abro los ojos
Y me encuentro mordiéndote.
Como una presa herida por olas afiladas
que no se atreve a regresar al mar
tiemblas entre mis fauces,
te doy mi calor (el calor del que espera)
hasta que el miedo escapa.
Entonces te devoro con algo más profundo
que el hambre cruel que significo,
siento cómo tu piel se va volviendo mía
y paro
impacto
y tiemblo.
……
Ha llegado el momento de ser como las hojas.
(La hora de horizonte. El instante que advierte:
y – si – después – de – hoy – no – quedara – nada.)
Caer sobre la tierra, abandonarnos
en las cicatrices del mundo,
descender a los mares púrpuras de combate
y en el descenso oír zumbidos de niñez,
como si el caer fuera una vuelta al pasado
y nuestra vida
un desvanecimiento hacia nosotros mismos.
……
Con piel de lluvia
intento cobijarme
en la intemperie.
8 comentarios:
Interesante reseña.
Ya conocía a este poeta cordobés, a
Jacob Lorenzo, ehila muy fino y además tiene una proyección espectacular. Tuve la suerte de oirlo en cosmopoética en 2008 y también este 2013 y ha sido una gozada. La `poesía fina, con mensaje y además con tanta calidad siempre es de buen gusto. enhorabuena por la resela y por el autor elegido.
Eduardo García.
Bravo por Jacob
magnifico poeta.
Lo mejor de Jacob está por venir. Y conozco su porvenir porque me lo da para leer. Es un poeta que se está haciendo día a día y que ya tiene mucho hecho. Lee y escribe con furor y frescura, como si la vida le fuera en ello. Y su vitalismo cada vez se hace más maduro para la poesía. Lo recomiendo como un moderno vino joven que nunca defrauda y que siempre sorprende. Bébetelo.
MANUEL LARA CANTIZANI
El Joven poeta JAcob Lorenzo lleva ya unos años desñlumbrado con su poesía clara y rotunda. Lo pude escuchar en el IES La rábida en Huelva y me puso los pelos de punta. Se acerca mucho a la poesía americana de loa años 90, el inicio de sus poemas podrían ser el final y al contrario, lo lees y cualquier verso puede ser el último.
Luis Antonio V.
genial, que grande eres amigo JAcob.
Javier L.
Desde siempre me ha llamado la atención el talento y fácilidad con la que crea una poesia tan viva y visible. Me alegro encontar que sigue productivo y espero leer muchas más cosas ofrecidas para todos los amantes de una buena poesia haíku. Enhorabuena, también, para su mentór Manúel Lara, sin olvidar el autór de la reseña, Ángel. Seguimos vuestros caminos...
Y además es una grandísima persona y un lanzador de triples espectacular jejeje. Un abrazo de tus amigos de Jerez ;)
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