Luz Pichel
Cativa en su lughar
Editorial Colección diminutos salvamentos, 2012
lengualtad al idioma [de lengua y lealtad
alta]
Cativa es idioma y es arraigo. Es
castrapa tierra en mano. Es lengua invisible en diccionarios paginados. Pero
esta invisibilidad es solo formal, pues en lo hondo de lo más hondo del fondo,
más de allá del fondo y de un mar de contenidos, Cativa es toda carne. Desnuda
carne. Desnudada de desnudo, no de nudo. Carne viva en Cativa viva. Cautiva carne cativa. Es la luz más
viva que saca Luz Pichel de su entraña más gallega. Su estrategia es la
contracción de lenguas. La autóctona condensación. Pero Cativa es carne caprichosa.
Capricho desnudado -no de nudo de desnudo-, pues teniendo como destino esa
reducción mineral de carne, a veces desde las manos iluminarias que la crearon,
se multiplica en lenguas. Se multilengua.
Es el sueño deslenguado del eremita. El multisueño
nacido de la orina de una Oniria. En ella no hay ni traducción ni traición,
como bien reza la nota Pichel. De hecho, me da por pensar que no subyacería la
música que escucho en las impares páginas y en las pared de las pares de este
bello y a veces rudo lughar. Cativa rezuma música
que es cadena y en-cadena. De hecho, todos sus letreros son canciones.
Cativa es música -e insisto en música porque ella insiste en música
página sí página sí-, y en su enjuto cuerpo-lengua he visto los bosques de
siempre dentro de ciervos y mil nombres dentro de cosas.
[Un animal, un gato, un gatho,
dos córneas, dos cortes verticales frente a lo hondo...]
Una
casa pechada- En-terrada. Em-pantanada. Em-paredada. En-luminada. Ella es a mis
dos ojos, dos lenguas, dos idiomas, dos ciudades, dos naciones desnacidas, dos
cativas en un solo lughar. La lengua bífida de cativa mujer y cativa niña. Divididas lenguas.
[Va a ver que matarlo
Va a ver que matar a una]
Si
rico es un idioma en una boca, multiplicadamente rico serán dos en esa misma
boca. Luz juega como un niño juega con la luz, y con consciencia y con
conciencia se sienta en el centro de un bosque alto ante mil dados que son
cartas, que son palabras re-formadas, que son sopa y son letras [la que
albor/la que albora/la que rompiente/la que albedría/la que fatal... mientras
llega/saca los naipes], baraja caprichosa que nos cuenta su vida entera en bazas.
Em-bazada. Em-brazada. Embarazada.
Atenta
jugadora nos relata [una vocal de nada, una letra que cae y estás perdido] cómo
se puede perder uno en la lúgubre traducción. Cativa es en sí misma el
diccionario estrellado. Desarrolla definiciones poemáticamente acercando esos
dos idiomas con endurecidas manos.
Pero volvamos a la música. Volvamos a la
realidad...
[amanecer en nébulas/ neblina, nebulas,
néboa. Tráfico]
mientras
volvemos al juego de niños...
[letrero. Hacer un avión con él. Botar. Volar]
[letrero. Hacer un avión con él. Botar. Volar]
Luz
es mujer. Es madre y es niña. Es traficante de letras. Pichea con ellas.
Trapichea (de pichel-a) con ellas y nos abre mundos nuevos. Su ojo de buey es
el ojo que todo ve y todo vela en su granja, escenario de su mundo.
En
El nombre de las cosas nos toca la música propia de su lughar. Y
es al sur de esa página par donde se pregunta, casi renegando, porqué en su
aldea solo pusieron nombre a los trastos de apenar.
Cada
poema se antoja como una canción infantil, tradición de niños crecidos como un
río que des-crece en unas aldeas de arcilla. Música nunca muerta en su memorial
ventana de artefactos, corral que será museo futuro de su propia etnografía. Y
he aquí la décimo octava canción... [dentro de la cesta/ se acunan los amantes/ apretaditos]
Más música, por favor
[Fue fragmento, primero, eso; después, bocado inútil. Antes y después, anacoluto, anacoreta, human vs. anaconda].
Un
ghrito. Cativa
es pequeña. Poca leche bebió cuando fue cativa. Cativa
buscando armas, quise decir, ramas. Cativa busca gallinas. Busca gallinas en rama. Canela
fosilizada. Pues no hay póla en la fosa pues no hay pola en la fosa. Cativafosilizada. Cativasometida.
Cativapresa en su propio idioma. Pero Cativa es tan pequeña que nadie entiende por qué su música
tiene dientes. Porque Cativa
es carnívora. Cativa
es a dentelladas. Es mordisco que re-muerde la patata cruda. Cruda lengua
deslenguada del lenguado. Cativapequeña
que buscaba en la patata la fría y deforme belleza de la pata de la granja.
Cativa no tiene madre dentro de retratos de familia. Solo tiene arados
con lo que morder la tierra toda. Huérfana escritora de letreros en un barco,
con un erial inmenso en cubierta. Encubierta y cubierta Cativa. [¿Dónde marchó el barco?]
Solo
Meigho la conoce. Solo Meigho sabe su apellido conoce su casa y sus animales.
Monta sus caballos. Pero Cativa
tiene miedo a Meigho. Miedo. Meigho. Miedo. Meigho. Su casa es el Alén. Es la
al-dea-soñá cativa y rural. Su tierra bien pisada. Su
lengua pisada y arada. Lugar endominiado.
Alén es su dominio.
Canción cuasi-lorquiana al norte de la
carretera 38.
[Frío en la fuentefrìa/ La niña lava y
llora/ vese en el fondofondo]
Cativa no comprende el vacío. No asume el lughar que ocupa el
vacío en el mismo vacío fuera del vacío. Cativa se pregunta: [cuando se acabe de tirar lo que no
sirve ¿qué manda usted que se ponga en el lughar ocioso, padre?] Pero la madre
que no estuvo dentro del retrato era madre, no era cosa ni coda y nunca pudo Cativa rellenar ese lughar.
Le persistió el vacío. Cativacía
cuida las cosas y personas que le desvanecen. Tiene una hermana en una carreta
de trigo y aún un padre que llena su espalda-remolque con cosas. Con sencillas
pero pesadas cosas. También hay rincones lleno de apesadumbradas sombras. La
entrada al corral estuvo poblada de sombras que hacían saltar galopar maullar
cuanto animal vivo vivía allí.
Siempremúsica
[No seas, no estés, no. Lechuza no, tus
ojos no, no, no, no, no, los de velar, lejos de estos baldíos, coruja].
Rebuscar
cativamente es ir al rebusco.
Música
[Luciérnaga/ vagalume/ luciérnaga/ vagalume/ luciérnaga/ vagalume vagalume vagalume y adiós].
[Luciérnaga/ vagalume/ luciérnaga/ vagalume/ luciérnaga/ vagalume vagalume vagalume y adiós].
El
léxico de Cativa
es Latexo. Conmoción. Ella dice golpe de leche. Su poema. Su acento. Del
acento des-acentuado dijeron que era acento ruin. Una curva de más. Una caída.
Pero tiene tanta música la curva...
Hay
que tumbarse en estas extensiones de campos poblados de animales de granjas para
escuchar la música que cae desde arriba. Tierra en los ojos de Cativa pero tierra al fin y al
cabo. Tierra nuestra ahora. Tierra nuestra [el cuerpo es como un arado]
Ella nos abrió la puerta de su
morada en la página par y echó la llave tras de sí en otro 100 que era par, no
sin antes consentir a sus ajenos -nosotros los mortales- acariciar la
inmortalidad de sus cosas.
Cativa es música en un campo abierto.
Es corral de vivos. Es caterva. Cativa es casa, hogar de leche, música de aperos, erial de
granjas animalarias con sus animalarias madres. Cativa es
un multidiccionario de idiomas en su afán de diccionario único y uno. Es
infancia de muñecas rotas. De madres que se des-madran de este mundo y se
reinventan en cada verso como recordatorio eterno. Lenguas que hablan como esas
antiguas madres. Cativa
es inmensa a pesar de su tamaño. Acariciadora de lenguas es al fin madre de
todo aquello que tiene madre. Cativa ha sido y es otromundo.
Cativa deja sin habla. y si le pusieran a Luz Pichel una herramienta en
la mano sería una poliédrica herramienta de arar. De arar palabras. Un trillo.
O una cosechadora para que siguiera cosechando siempre siempre así, tan ca[u]tivamente...
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