Ana Martín Puigpelat
Lyon, 1943
«Estudio crítico» de Philippe Merlo
El sastre de Apollinaire, 2011
Por Julio Béjar
¿Un rehén puede enamorase de su secuestrador?
El 11 de noviembre de 1942, ante la toma del norte de África por los Aliados,
las tropas nazis ocupan la mitad sur de Francia controlada por el gobierno
colaborar de Vichy. La Gestapo
instala su centro de operaciones en un hospital militar de la Avenue Berthelot en
la ciudad de Lyon, principal reducto de la resistencia francesa liderada por
Jean Moulin. Los alemanes usurpan varios hogares lioneses y el torturador Klaus
Barbie emponzoña de terror las profundidades de la prisión de Montluc. Se
inicia entonces la ocupación nazi de Lyon, perpetrada hasta la liberación
aliada del 3 de septiembre de 1944.
En este contexto histórico se sitúa el poemario Lyon, 1943 de Ana Martín Puigpelat (Madrid, 1968), también autora
de Naranjas robadas (Premio Marina
Romero, Madrid, 2004), La deuda
(Sigüenza, 2008) y Apuntes para una
génesis (Madrid, 2009) entre otros poemarios. Como afirma Philippe Merlo,
catedrático en la
Universidad Lumière Lyon 2 de literatura española
contemporánea, Lyon, 1943 «forma
parte del subgénero de la poesía histórica». Puigpelat se cuela por un recoveco
de la gran Historia para acceder a una de las casas lionesas ocupadas por los
nazis y contarnos una historia mínima: el enamoramiento entre una resistente
francesa y un agente de la
Gestapo. Para ello, la poeta suministra las dosis de
información necesarias para contextualizar la acción poemática y a continuación
sobrepasa ese espacio-tiempo determinado para sumergirse en una experiencia
íntima y atemporal; un proceso de resistencia e invasión sentimental estructurado
en sesenta poemas y tres etapas: «No», «Aún no», y «Como el humo que dejan los
fuegos de artificio».
La voz del «yo» lírico corresponde a la mujer francesa, quien se dirige
continuamente a un «tú», el soldado alemán que ocupa su casa, de manera
semejante a como sucedía en la novela Le
silence de la mer de Vercors. Ambos rodeados por un «ellos» referido a los
otros militares, la resistente siente hacia el agente de la Gestapo una ambivalencia
entre atracción y miedo, fascinación por lo extranjero y terror de lo
desconocido, como ocurría entre la
Malinche y Hernán Cortés o entre Pocahontas y el capitán
Smith: «y no te daré un beso, aún no, sería un riesgo absurdo por mi parte /
desnudarme los labios».
El amor aparece en Lyon, 1943
como una lucha entre resistencia y ocupación externa, la invasión psicológica y
física, «y tú tomaste como tuya la mitad de mi alcoba». La negación rotunda del
«yo» lírico al comienzo del poemario evolucionará progresivamente hacia la
recepción, «Mi pensamiento: no no no no no / no alcanzó a derrotarte». La
resistente concibe el amor en el primer poema como algo secundado al compromiso
ideológico, «en el reino de la manipulación el amor es lo menos transcendente»,
y acaba en el antepenúltimo poema renunciando a Lyon para huir con el soldado
alemán, «Invades el espacio de mi sueño / negarte se acabó / Et je veux t’embrasser». Como una
víctima del síndrome de Estocolmo o como Charlotte Rampling en The night porter, la rehén se enamora de
su opresor. La resistente ama al nazi que usurpa su hogar, absoluta de deseo
por ese soldado extranjero como Concha Piquer en la canción Tatuaje o Edith Piaf en Mon légionnaire, «Tu voz es un aroma
tejedor, en un sereno otoño de la infancia, agua templada y limpia y recipiente
lleno de silencio».
El amor cohabita en este poemario con la ideología y el compromiso
político. La voz lírica enfrenta su conciencia de resistente al amor por el
enemigo; además, posee una visión histórica propia, conoce las deportaciones,
los sabotajes, las maniobras militares, los campos de concentración, la captura
de Jean Moulin por Klaus Barbie, «el carnicero», e incluso, se interroga sobre
los motivos de la Segunda Guerra
Mundial, «¿Será sólo rencor por la gran guerra o será que la guerra no acabó en
el 14?».
En cuanto al tratamiento del espacio-tiempo, como afirma Virginie
Chervier, posgrado en Études
Hispanophones, en su ensayo «La
poésie au coeur des arts» (Universidad Lumière Lyon 2, 2012), «el tiempo y el espacio aparecen íntimamente vinculados hasta crear un
cronotopo que producirá un efecto de atemporalidad universal». La acción
poemática se desarrolla en dos espacios, uno físico, la ciudad de Lyon y la
casa ocupada, y otro psicológico, la mente de la resistente; cuyo pensamiento
atraviesa tres tiempos, el pasado, a través de las analepsis a su infancia (el
refugio para el pensamiento), el presente, 1943 (el conflicto y el momento de
desarrollo de la acción), y el futuro (la incertidumbre ante el fin de la
guerra), «¿Qué harán ahora que ya todo
se sabe?».
Ana Martín Puigpelat confecciona en Lyon,
1943 una voz personal, íntima y potente como aquella de Apuntes para una génesis, donde un dios
doméstico juega a crear el mundo. Al igual que en el poemario La deuda, en Lyon, 1943 Puigpelat celebra el amor, el único triunfador en un
terrible conflicto bélico como fue la Segunda
Guerra Mundial, cuyo paso por Lyon ha quedado testimoniado en
aquel hospital militar de la Avenue
Berthelot utilizado por la Gestapo como sede y convertido, hoy en día, en el
Museo de la Resistencia
y la Deportación.
¿Qué harán ahora que
ya todo se sabe?
Te lo digo, te
abrazo, no me entiendes.
Tu victoria se
prende de otra guerra, tu derrota no vive entre mi cuerpo.
Te abrazo, te
sostengo, te acorralo…
Quiero morir en ti.
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