lunes, 29 de abril de 2013

"Lyon, 1943" de Ana Martín Puigpelat





Ana Martín Puigpelat
Lyon, 1943
«Estudio crítico» de Philippe Merlo
El sastre de Apollinaire, 2011


¿Un rehén puede enamorase de su secuestrador?

El 11 de noviembre de 1942, ante la toma del norte de África por los Aliados, las tropas nazis ocupan la mitad sur de Francia controlada por el gobierno colaborar de Vichy. La Gestapo instala su centro de operaciones en un hospital militar de la Avenue Berthelot en la ciudad de Lyon, principal reducto de la resistencia francesa liderada por Jean Moulin. Los alemanes usurpan varios hogares lioneses y el torturador Klaus Barbie emponzoña de terror las profundidades de la prisión de Montluc. Se inicia entonces la ocupación nazi de Lyon, perpetrada hasta la liberación aliada del 3 de septiembre de 1944.  

En este contexto histórico se sitúa el poemario Lyon, 1943 de Ana Martín Puigpelat (Madrid, 1968), también autora de Naranjas robadas (Premio Marina Romero, Madrid, 2004), La deuda (Sigüenza, 2008) y Apuntes para una génesis (Madrid, 2009) entre otros poemarios. Como afirma Philippe Merlo, catedrático en la Universidad Lumière Lyon 2 de literatura española contemporánea, Lyon, 1943 «forma parte del subgénero de la poesía histórica». Puigpelat se cuela por un recoveco de la gran Historia para acceder a una de las casas lionesas ocupadas por los nazis y contarnos una historia mínima: el enamoramiento entre una resistente francesa y un agente de la Gestapo. Para ello, la poeta suministra las dosis de información necesarias para contextualizar la acción poemática y a continuación sobrepasa ese espacio-tiempo determinado para sumergirse en una experiencia íntima y atemporal; un proceso de resistencia e invasión sentimental estructurado en sesenta poemas y tres etapas: «No», «Aún no», y «Como el humo que dejan los fuegos de artificio».

La voz del «yo» lírico corresponde a la mujer francesa, quien se dirige continuamente a un «tú», el soldado alemán que ocupa su casa, de manera semejante a como sucedía en la novela Le silence de la mer de Vercors. Ambos rodeados por un «ellos» referido a los otros militares, la resistente siente hacia el agente de la Gestapo una ambivalencia entre atracción y miedo, fascinación por lo extranjero y terror de lo desconocido, como ocurría entre la Malinche y Hernán Cortés o entre Pocahontas y el capitán Smith: «y no te daré un beso, aún no, sería un riesgo absurdo por mi parte / desnudarme los labios».

El amor aparece en Lyon, 1943 como una lucha entre resistencia y ocupación externa, la invasión psicológica y física, «y tú tomaste como tuya la mitad de mi alcoba». La negación rotunda del «yo» lírico al comienzo del poemario evolucionará progresivamente hacia la recepción, «Mi pensamiento: no no no no no / no alcanzó a derrotarte». La resistente concibe el amor en el primer poema como algo secundado al compromiso ideológico, «en el reino de la manipulación el amor es lo menos transcendente», y acaba en el antepenúltimo poema renunciando a Lyon para huir con el soldado alemán, «Invades el espacio de mi sueño / negarte se acabó / Et je veux t’embrasser». Como una víctima del síndrome de Estocolmo o como Charlotte Rampling en The night porter, la rehén se enamora de su opresor. La resistente ama al nazi que usurpa su hogar, absoluta de deseo por ese soldado extranjero como Concha Piquer en la canción Tatuaje o Edith Piaf en Mon légionnaire, «Tu voz es un aroma tejedor, en un sereno otoño de la infancia, agua templada y limpia y recipiente lleno de silencio».

El amor cohabita en este poemario con la ideología y el compromiso político. La voz lírica enfrenta su conciencia de resistente al amor por el enemigo; además, posee una visión histórica propia, conoce las deportaciones, los sabotajes, las maniobras militares, los campos de concentración, la captura de Jean Moulin por Klaus Barbie, «el carnicero», e incluso, se interroga sobre los motivos de la Segunda Guerra Mundial, «¿Será sólo rencor por la gran guerra o será que la guerra no acabó en el 14?».

En cuanto al tratamiento del espacio-tiempo, como afirma Virginie Chervier, posgrado en Études Hispanophones, en su ensayo «La poésie au coeur des arts» (Universidad Lumière Lyon 2, 2012), «el tiempo y el espacio aparecen íntimamente vinculados hasta crear un cronotopo que producirá un efecto de atemporalidad universal». La acción poemática se desarrolla en dos espacios, uno físico, la ciudad de Lyon y la casa ocupada, y otro psicológico, la mente de la resistente; cuyo pensamiento atraviesa tres tiempos, el pasado, a través de las analepsis a su infancia (el refugio para el pensamiento), el presente, 1943 (el conflicto y el momento de desarrollo de la acción), y el futuro (la incertidumbre ante el fin de la guerra),  «¿Qué harán ahora que ya todo se sabe?».

Ana Martín Puigpelat confecciona en Lyon, 1943 una voz personal, íntima y potente como aquella de Apuntes para una génesis, donde un dios doméstico juega a crear el mundo. Al igual que en el poemario La deuda, en Lyon, 1943 Puigpelat celebra el amor, el único triunfador en un terrible conflicto bélico como fue la Segunda Guerra Mundial, cuyo paso por Lyon ha quedado testimoniado en aquel hospital militar de la Avenue Berthelot utilizado por la Gestapo como sede y convertido, hoy en día, en el Museo de la Resistencia y la Deportación.

¿Qué harán ahora que ya todo se sabe?

Te lo digo, te abrazo, no me entiendes.

Tu victoria se prende de otra guerra, tu derrota no vive entre mi cuerpo.

Te abrazo, te sostengo, te acorralo…

Quiero morir en ti.


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