Francisco Caro
Paisaje (en tercera persona)
Universidad Popular José Hierro (San Sebastián
de los Reyes, Madrid)
2010
Por María González
Todos hemos tenido profesores, no todos hemos
tenido maestros. Maestros de corazón. Esas personas que por pura vocación
dedicaban su día a día a educar, que no enseñar, a todo un grupo de futuras
personas. Esos maestros solían terminar por jubilarse. Y entonces ¿qué pasaba?
Que los cuentos no terminan dónde pone fin ya lo sabemos todos, pero
generalmente, las historias con segundas partes tienen otro tipo de temática.
Pues bien, lo que le pasa a los maestros al jubilarse bien puede ser el
resultado del que por ahora es el último libro de Francisco Caro, editado en
2010 por la Universidad Popular José Hierro y ganador del XXI premio nacional
de poesía José Hierro.
Francisco Caro no era nuevo en cuanto a
galardones o edición, pero sí supone este Paisaje
(en tercera persona), título del poemario, un cambio en cuánto a su
poética.
Desde el comienzo del libro, asistimos a un
recorrido mental por las reflexiones de ese maestro que un día fue el autor,
pero ahora ya sin alumnos, como bien nos alerta el título, todas en tercera
persona, creando un discurso de cierto distanciamiento al que podría ser él
mismo, el escritor, o bien el lector. Reflexiones que se centran en dos bloques
divididos estructuralmente.
El libro consta de tres partes, la primera
centrada en la idea del hombre como ser efímero, del hombre ligado a la
naturaleza y paralelo a la misma. hombre
solo que mira/ alguien ciego que lee/ solo los guardados/ pronombres con que el río/ arañó
la corteza/ de los chopos. Un hombre que se pregunta sobre sí mismo y sobre
su futuro, al que está destinado y no puede engañar. La pérdida de la ilusión y
la aceptación del paso del tiempo, pero también la esperanza de la verdadera
edad en la mente y la mirada del mismo ser. El
tiempo está en los ojos (…) Entiende el hombre que/ de todo lo anunciado/ es la
luz/ el primer deterioro. El renegar de la melancolía a modo de reinicio,
recuperar la infancia y reunirse con ella como método de salvación puntual,
hasta la llegada de la inevitable muerte. Él
dice jara, brezos…como diría madre, / ausente, cuna, fin de abril,/ como diría
lumbres, gozo, patria.
Ocupa el centro del manuscrito un poema que liga
ambos extremos, es el más largo de todos. Llamado Carretera cortada presenta un discurso y análisis del momento en el
que el poeta se encuentra, todo deshecho:
cuanto das y recibes;/ nada de lo que fue valdría ahora,/ nada de lo que es mira
el futuro.
La última y tercera parte la pueblan textos
sobre la misma poesía, sobre el carácter de ésta, y sobre los efectos que tiene
en el mismo escritor. Efectos y poéticas aplicables no sólo en la edad madura,
sino bastante probables durante toda la vigencia del yo poético de cualquier
creador literario. La poesía como refugio, En
la prisión/ de su mano deshace/ el primer lapicero. No desea volver/ a
escribir./ Por lo menos ahora. No desea/ esconderse. La poesía como amor, como
crecimiento, las dos maneras/de beber y
llorar, de hacerse árbol. Es ésta la parte más luminosa y positiva del
libro. Siendo el cable sobre el que el funambulista se sostiene. como se salva/ como descansa él en este/ hogar
del aire/ él en éstos/ delgados cables/ -líneas que escribe- Es la escritura,
con ella el amor, la que constantemente salva al literato.
ÚLTIMA
Nadie con él y todavía
no sabe si está solo
definitivamente solo.
¿Temer? ¿gritar?
¿provocar el incendio?
En el calor
oscuro de su mano
funde la nieve
única, última primavera.
1 comentario:
Creo que arrimaré este precioso poema a mi blog María. Hoy he descubierto a Francisco Caro y es un gran día. Abrazos...Rosanna Moreda
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