lunes, 22 de abril de 2013

El funambulista y la muerte: "Paisaje (en tercera persona)", de Francisco Caro





Francisco Caro
Paisaje (en tercera persona)
Universidad Popular José Hierro (San Sebastián de los Reyes, Madrid)
2010


Todos hemos tenido profesores, no todos hemos tenido maestros. Maestros de corazón. Esas personas que por pura vocación dedicaban su día a día a educar, que no enseñar, a todo un grupo de futuras personas. Esos maestros solían terminar por jubilarse. Y entonces ¿qué pasaba? Que los cuentos no terminan dónde pone fin ya lo sabemos todos, pero generalmente, las historias con segundas partes tienen otro tipo de temática. Pues bien, lo que le pasa a los maestros al jubilarse bien puede ser el resultado del que por ahora es el último libro de Francisco Caro, editado en 2010 por la Universidad Popular José Hierro y ganador del XXI premio nacional de poesía José Hierro. 

Francisco Caro no era nuevo en cuanto a galardones o edición, pero sí supone este Paisaje (en tercera persona), título del poemario, un cambio en cuánto a su poética. 

Desde el comienzo del libro, asistimos a un recorrido mental por las reflexiones de ese maestro que un día fue el autor, pero ahora ya sin alumnos, como bien nos alerta el título, todas en tercera persona, creando un discurso de cierto distanciamiento al que podría ser él mismo, el escritor, o bien el lector. Reflexiones que se centran en dos bloques divididos estructuralmente. 

El libro consta de tres partes, la primera centrada en la idea del hombre como ser efímero, del hombre ligado a la naturaleza y paralelo a la misma. hombre solo que mira/ alguien ciego que lee/ solo los guardados/ pronombres con que el río/ arañó la corteza/ de los chopos. Un hombre que se pregunta sobre sí mismo y sobre su futuro, al que está destinado y no puede engañar. La pérdida de la ilusión y la aceptación del paso del tiempo, pero también la esperanza de la verdadera edad en la mente y la mirada del mismo ser. El tiempo está en los ojos (…) Entiende el hombre que/ de todo lo anunciado/ es la luz/ el primer deterioro. El renegar de la melancolía a modo de reinicio, recuperar la infancia y reunirse con ella como método de salvación puntual, hasta la llegada de la inevitable muerte. Él dice jara, brezos…como diría madre, / ausente, cuna, fin de abril,/ como diría lumbres, gozo, patria.

Ocupa el centro del manuscrito un poema que liga ambos extremos, es el más largo de todos. Llamado Carretera cortada presenta un discurso y análisis del momento en el que el poeta se encuentra, todo deshecho: cuanto das y recibes;/ nada de lo que fue valdría ahora,/ nada de lo que es mira el futuro.

La última y tercera parte la pueblan textos sobre la misma poesía, sobre el carácter de ésta, y sobre los efectos que tiene en el mismo escritor. Efectos y poéticas aplicables no sólo en la edad madura, sino bastante probables durante toda la vigencia del yo poético de cualquier creador literario. La poesía como refugio, En la prisión/ de su mano deshace/ el primer lapicero. No desea volver/ a escribir./ Por lo menos ahora. No desea/ esconderse. La poesía como amor, como crecimiento, las dos maneras/de beber y llorar, de hacerse árbol. Es ésta la parte más luminosa y positiva del libro. Siendo el cable sobre el que el funambulista se sostiene. como se salva/ como descansa él en este/ hogar del aire/ él en éstos/ delgados cables/ -líneas que escribe- Es la escritura, con ella el amor, la que constantemente salva al literato.

ÚLTIMA

Nadie con él y todavía
no sabe si está solo

definitivamente solo.

¿Temer? ¿gritar?
¿provocar el incendio?
En el calor
oscuro de su mano
funde la nieve

única, última primavera.

1 comentario:

Rosanna Moreda dijo...

Creo que arrimaré este precioso poema a mi blog María. Hoy he descubierto a Francisco Caro y es un gran día. Abrazos...Rosanna Moreda