Poemas del sublime cotidiano
José Blanco
Pliegos de la visión,
nº45, ediciones Babilonia, 2013
A menudo se ha visto, y
no con falta de razón, una cierta banalización de la estética rupturista o comprometida en la poesía visual
contemporánea. Pasados los tiempos de una experimentación asumida no sólo como
búsqueda de nuevos caminos expresivos, sino también como un enfrentamiento con
las tradiciones y los clichés literarios y también con los academicismos
establecidos y escleróticos, la poesía visual llegó a principios del siglo XXI
a lo que podríamos llamar, aunque en la generalización se me pueda acusar de
injusto, una acomodación complaciente en busca de su institucionalización.
Por suerte, digo
generalización pues las excepciones siguen estando ahí, luchando por sobrevivir
a la banalidad y al oficialismo, reafirmándose en el compromiso por lo
experimental e, incluso, por lo contracultural. Entre esas excepciones nos
encontramos con el caso del vizcaíno José Blanco, poeta poliédrico y
polifacético, que viene desarrollando su labor poética y creativa, desde hace
unos cuantos años, siempre con un cierto sabor a outsider, y que ahora acaba de publicar estos Poemas del sublime cotidiano, dentro de la colección Pliegos de la
visión del sello Babilonia, dirigido por el incansable Paco Pérez Belda, que en
los últimos tiempos ha conseguido publicar la colección de poesía visual más extensa
del país.
La primera sorpresa de
este libro es visual: sobre un fondo de color cartón, José Blanco compone
poemas con recortes de prensa. Estamos ante una estética muy definida y que
forma parte de la cultura visual colectiva: los anónimos; es decir, como las cartas
o comunicaciones anónimas que se han usado con unos fines muy determinados,
normalmente para la extorsión o, incluso, para la denuncia de algún hecho.
Pero, la lectura de Poemas del sublime cotidiano es un
recorrido temporal por un mes, tal vez incluso podemos reseguir las lecturas
del propio autor por la prensa de un mes de agosto, concretamente del año 2008,
así lo atestiguan las fechas dispuestas en la parte superior de la mayoría de
las páginas. De esta manera, podemos decir que el poeta no se limita a leer la
prensa diaria, lee más allá de las noticias, dentro del texto escrito, en su
tipología, en sus grafismos; y encuentra palabras, expresiones, frases, verbos,
que recorta y extraer de esa realidad informativa para usarlos y crear nuevos
poemas, una nueva realidad poética y transformadora. Además, también el azar
entra en juego, el azar del encuentro, de lo que podrían ser poemas hallados, poèmes trouvés como los objects trouvés, tan al gusto de los
vanguardistas del principio del siglo XX. En este caso, el hallazgo son las
palabras o las frases, y la labor del poeta es su recolocación para la
consecución de una obra nueva y original. La maestría de José Blanco como poeta
le hace crea imágenes magníficas, en esa búsqueda, como bien dice el título, de
lo sublime en lo cotidiano, no exentas de ironía y agradabilísimas sorpresas:
La metamorfosis
está en la elección
verdadera
más que en una
que rebasa
(pág. 12)
o
Las palabras son aún más
un cuchillo de cortar jamón.
(pág. 16)
Y en medio de esas
frases encontradas y recolocadas por el poeta para crear poesía o metapoesía,
nos encontramos, de repente, con una imagen terrible, dolorosamente aséptica y
divulgativa, sacada también de las páginas de los diarios y que hace referencia
a los métodos de tortura sistemática y sistematizada, envuelta por un aura de “alegalidad”
como forma de eufemismo, de militares norteamericanos sobre reclusos de centros
de detención, convertidos en limbos legales de vergüenza de dimensiones
internacionales, como Guantánamo o Abu Ghraib. Aquí el poeta no transforma,
extrae la ilustración y nos la muestra tal cual, desnuda. En medio de nuestra
tranquila y acompasada realidad, en medio de felices hallazgos sublimes, se nos
presenta un hachazo horrible para recordarnos el mundo inmoral que entre todos estamos
construyendo. Algunos dirán: el mundo que nos ha tocado vivir, y el poeta nos
dice: no, es el mundo que estamos construyendo entre todos, con nuestro querer
no saber demasiado, con nuestro mirar hacia otra parte, con nuestro pensar que
los norteamericanos no somos nosotros, cuando en realidad seguimos al día los
resultados de la bolsa de Nueva York, o la de futuros de Chicago, y gastamos
nuestro ocio viendo partidos de la NBA o películas de Hollywood.
Por último, el libro
contiene una segunda parte, cargada de una gran sensibilidad, titulada: “Una
línea sutil (haikus y tankas)”, donde podremos encontrar piezas tan deliciosas
como:
tan necesarias
alas para volar
tan imposibles
(pág. 32)
En definitiva una propuesta no solo interesante
a nivel estético y experimental de gran calado poético, sino también un
despertar de conciencias en medio de las cortinas de humo de la información
cotidiana institucionalizada y aleccionadora.
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