Layla Martínez
El libro de la crueldad
La Vida Rima, 2012
Por Sara R. Gallardo
Edipo Rey se arrancó los ojos con
sus propias manos. Edipo Rey se folló a su madre. A los personajes que recorren
El libro de la crueldad (LVR, 2012) de Layla Martínez les pasa un poco
como al Edipo de Sófocles. Son héroes: víctimas y verdugos que aceptan su
destino.
La poesía con la que se presenta
Layla Martínez en su primera publicación es una poesía humana y animal desde el
propio título: libro, como sinónimo de racionalidad; y crueldad, como sinónimo
de “animalidad”, de instinto y de impulso. También al revés: ese juego de libro
como impulso y de crueldad como racionalidad. Esa es la pregunta estética que
recorre sus poemas: ¿es la crueldad un instinto animal que albergamos desde los
inicios de la humanidad o por el contrario es la sublimación de nuestra
racionalidad?
Crueldad como amor y amor como
extremo cruel de la vida. Las imágenes que usa Layla Martínez bien podrían
recorrer, no solo este, sino muchos otros grandes libros: relación madre-hijo,
señor-esclavo, deformidad, soledad, crimen, destino, entierro.
Layla Martínez nos dice muchas
cosas en este libro, su primer libro, nos dice que puede, nos dice que es capaz
de encontrar una voz. Su voz está traspasada por la hostilidad y el amor, por
la ternura del incesto, su voz suave y fuerte sale de una garganta húmeda llena
de grumos que contiene palabras que vienen gestándose desde hace muchos siglos.
Debemos escucharla con atención, a pesar de haber hilvanado un libro incómodo,
duro, necesario. Partir de nosotros. Hacernos preguntas. Preguntar “cómo es
posible”. Cómo soportar saber que nacimos de la crueldad. Cómo soportarlo y no
escribir.