Sobras
Maite
Dono
El
Gaviero ediciones, 2013
por Agustín Calvo Galán.
He aquí los restos calcinados del futuro. Así acaba Sobras de la
polifacética Maite Dono, con la rotundidad de quien se sabe ajena a la
centralidad o al poder o a las convicciones y las esperanzas de la mayoría; con
la rotundidad de quien no tiene nada que perder y prefiere explorar, descubrir,
explotar, romper, abrir y recorrer su extrañeza, su propio camino, su entraña.
Sobras es también un libro
amplificador, un libro que suena y crece cuando lo agitas, un libro que se lee
tal y como la autora quiere que sea leído: de una forma casi automática, sin
freno, haciendo resonar en nuestro cerebro o en nuestras tripas el cruce de
muchas voces, la unión de infinidad de historias fragmentarias que la autora
reúne y hace suyas de una manera natural; como naturales resultan aquí las
repeticiones, la insistencia, las onomatopeyas, los ruidos de la ciudad que se
van colando en los versos, no entre los versos, sino convirtiéndose en los
versos; también en los espacios en blanco que la autora deja, repitiendo la
frase:
(Quede un espacio en blanco aquí para lo que se quiera)
Espacios no para
vaciar, no para dejar un ámbito limpio, no para descansar, sino para implicar
al lector, como interpelación, como asalto. Espacios que a veces se convierten
en puntos suspensivos: versos puntos suspensivos, versos con la palabra
silencio en diferentes idiomas ocupando las páginas.
Es cierto, transitan
por Sobras los ecos de otras voces, como
la de Duras, como la de Pavese:
A veces llega la noche y un grito
A veces llega la noche y me acuerdo
Pavese sin duda,
porque la muerte está muy presente en el libro. La muerte y la emoción, el amor
por todo aquello que nos aniquila y nos disuelve, el cuerpo animal que aprende
a hablar y a escribir para, al fin, gritarle a la vulgaridad, a lo prosaico de
vivir, de vivir y morir, sin más.
Los poemas de Sobras ocupan las páginas como un
ejército invade un país, de una manera arrolladora e hiriente, sin concesiones,
extirpando del papel cualquier atisbo de resistencia o de complacencia. Los
poemas de Sobras ocupan las páginas
como los vertederos de basura arrasan la naturaleza, en las fronteras de la
civilización urbana, fagocitando la belleza maquillada y abonando los campos
con la concupiscencia de lo indeseado.
También el idioma
es violentado en Sobras, la autora le
introduce términos y frases en inglés, francés, gallego o portugués, lo invade
de su propia jerga, del virus que la tiene a ella infectada, y convierte el
idioma español en materia sensible para ser ella misma en él, auténtica y
bastarda.
Amor, muerte,
resistencia, Sobras explica un
presente sin posibilidad de futuro, pero no desde la desesperación, sino desde
la rabia más entera y creativa, desde la rabia que es jaula en la que encerrarse
y crecer sin límites, desde la rabia que es frontera para la locura:
Con mis botas soy Juana de Arco o Juana la Loca
Siempre en la
convivencia entre lo sano y lo insano, en la reverberación que producen las
palabras, los versos, los poemas frente a la representación del mundo al
desvelar el silencio y alimentarse de él. La resistencia de Sobras consiste, además, en hacer de la
enfermedad materia de uno mismo, crisis y transformación de uno mismo, vómito y
anhelo de unos mismo, genialidad y destrucción de uno mismo:
Lo que amo demasiado no manifiesta su existencia
No, Maite Dono no
sobra, ni su poesía está hecha de sobras. Maite Dono une en un gesto sensato y rotundo
cultura basura y transcendencia, y deslumbrará y turbará con este Sobras a quien se atreva a adentrarse en
su mirada de fondo, en su presencia febril y desvergonzada, en su manera de ser
dueña de sí misma, en su manera de vaciarse y amar, en su poesía sucia, actual
y entregada.